¿Competencia o Facilismo?

Trabajo cerca de la Plaza de Armas de Huanuco, y cada mañana la señora Enriqueta visita nuestras oficinas, ubicadas en el centro de la ciudad, para vendernos algunos dulces huanuqueños, mazamorra y un delicioso arroz con leche.

Pero como ninguna empresa o negocio esta exenta de la competencia, en una de las esquinas de la ya famosa Plaza, otra señora ofrece los mismo productos, pero a un precio inferior.

En la oficina mis compañeros ironizan con Enriqueta y le dicen: ¡oiga la señora de la competencia vende más barato! Sin embargo, la doña no se molesta y sin el menor asomo de duda responde serenamente:
- “prueba ese arroz con leche y verás la diferencia, yo empleo tres tarros de leche, por lo tanto mi producto es más nutritivo y más rico, mientras que el otro no”.

Por esto en mi oficina todos compramos a la señora Enriqueta, debido a que ella tiene bien claro que la gente que sabe apreciar lo bueno le va a comprar, sobre todo quienes conocen la calidad que tienen sus dulces y desean probar un buen producto.

En el mundo de los negocios, muchos creen que rebajando sus precios pueden competir con otras empresas y lo que es peor aniquilar su existencia. Sin embargo, esto a la larga los llevará a un inminente fracaso, tal comos como se avizora el futuro de una agencia de turismo local que pretende competir con otras agencias abaratando costos.

El producto turístico ofrecido por gente calificada tiene un precio. No es justo que una seudo agencia de turismo, dirigida por un “radioloro” ofrezca su servicio a un precio inferior. De continuar así solo conseguirán regalar sus servicios o quizás convertirse en una institución de caridad al turista.

No es lo mismo cobrar con sobras y ofrecer un pésimo servicio, que recibir lo justo por un trabajo de calidad.

Yo podría organizar un tour gratis, llevar a mis amigos y familiares a pasear y difundir la grandiosidad de Huánuco y todo esto seria muy grato para mí y no cobraría ni un céntimo por este acto de filantropía. Pero, si pretendo dedicarme al turismo y hacerla mi fuente de trabajo, no puedo aceptar la idea de recibir solo mendrugos por mi labor y retribuir con un pésimo trabajo. Eso le resta seriedad al servicio y desprestigia no solo a Huánuco, sino también a los peruanos como personas carentes de ética y sin ningún escrúpulo a la hora de dar un servicio, es decir, damos gato por liebre.

La informalidad y la improvisación parecen ser términos arraigados en el pensamiento de la mayoría de los peruanos, que obtenemos como producto final la resignación y la mediocridad.

Por pensamientos como estos es que agachamos la cabeza cuando vemos corrupción en nuestros políticos, porque actuamos con el mismo razonamiento de pensar que es mejor tener políticos mediocres y baratos que no tener ningún político, gran dilema.

Considero que las personas que ofrece este tipo servicios turísticos no tienen un "cerebro" ni un "corazón" y menos amor por lo que tienen. ¡Yo no regalo mi patria! en fin es cuestión de valores y de tener una filosofía de trabajo.
Está bien que se difundan nuestros atractivos a precios accesibles para aquellos que no tienen, pero, no debemos olvidar que los servicios de calidad tienen un costo y no por dar un servicio cómodo se peque de dar un servicio mediocre, dejando mal a otras empresas que se dedican a esto.