Esta es la historia de un niño que nadie amo. Desde los cinco años su vida era un desastre, creció buscando amor, su madre lo abandono, su padre lo maltrataba, su casa fue un callejón y su cama un pedazo de cartón. A medida que crecía, se dio cuenta que el mundo le daba la espalda, y le negaban su amor, nadie jamás lo escucho, fue pasando el tiempo y creció, todos se abusaban de el por su condición, fue triste gran parte de su adolescencia y creció con mucho rencor.
Todo esto se complico con el tipo de amistades que tenía, chicos que crecen en las calles sin amor en el hogar. Sin embargo ellos, esperan obtener amor en la calle, pero no es así. La realidad es otra, la gente los mira con desprecio, y asco. Estos adolescentes, a su vez son rebeldes, y se vuelven cada vez más rebeldes frente a tanta indiferencia. Precisamente a este grupo llega a caer, Toño. y pasa a ser parte de un grupo de adolescentes rebeldes. Un grupo donde solo se habla de broncas, peleas y de violencia. Algunos de ellos, por tratar de escapar la triste realidad en que están inmersos, se meten al vicio de la droga, agudizándose mas esta problemática.
Toño, nos cuenta que una noche, en una de las tantas broncas en la que había participado, con un grupo que vivía, por el paradero 3, le rompieron la cabeza, y el mismo nos cuenta su experiencia: “yo estaba un poco “picadito” de tragos, justo salio uno de mis patas y les correteamos hasta el tres, pero después ya estaba cansado y ya no podía correr, ellos estaban arriba y nosotros abajo. Justo en ese momento vi una piedra que viene hacia mí, pero por milagro choca contra la pared de una esquina, después otra más. Pero esta vez si me llego.
En ese momento no sentí nada. Mi enamorada llego en ese momento y me abrazaba fuerte para no seguir, pero yo estaba con tragos y trataba de seguir, ella me suplicaba que no continuar y lloraba, pero ni eso me importo. No pensaba en nada más que en seguir. Me di cuenta que me caía sangre de la cabeza, entonces tome una venda que hacia andar en mi brazo y me la puse en la cabeza, para que no chorreara mas sangre, pues salía como caño.
Seguimos todos y le correteamos hasta la Av. Perú, y luego todos desaparecieron. Mas adelante, cuando ya regresaba, sentía que se mi Iván las fuerzas para caminar, pero no quería ir al hospital, porque nunca me ha gustado. Mi enamorada estaba cerca y me insistía para ir al hospital, al final acepte y le dije que si. Llegamos a mi barrio, y a las justas me senté junto a un poste, con la cabeza agachada, y pensaba en mi madre, que será de ella, y si me muero en este momento?, se me venían muchas ideas. La sangre seguía cayendo y se hizo un charco, donde podía ver mi rostro reflejado. Justo en ese momento unas señoras que me conocían, me dijeron hijo vamos al hospital, que ya no puedes mas. Si continuas sangrando te vas a morir. Y entonces me llevaron al hospital
Todo esto se complico con el tipo de amistades que tenía, chicos que crecen en las calles sin amor en el hogar. Sin embargo ellos, esperan obtener amor en la calle, pero no es así. La realidad es otra, la gente los mira con desprecio, y asco. Estos adolescentes, a su vez son rebeldes, y se vuelven cada vez más rebeldes frente a tanta indiferencia. Precisamente a este grupo llega a caer, Toño. y pasa a ser parte de un grupo de adolescentes rebeldes. Un grupo donde solo se habla de broncas, peleas y de violencia. Algunos de ellos, por tratar de escapar la triste realidad en que están inmersos, se meten al vicio de la droga, agudizándose mas esta problemática.
Toño, nos cuenta que una noche, en una de las tantas broncas en la que había participado, con un grupo que vivía, por el paradero 3, le rompieron la cabeza, y el mismo nos cuenta su experiencia: “yo estaba un poco “picadito” de tragos, justo salio uno de mis patas y les correteamos hasta el tres, pero después ya estaba cansado y ya no podía correr, ellos estaban arriba y nosotros abajo. Justo en ese momento vi una piedra que viene hacia mí, pero por milagro choca contra la pared de una esquina, después otra más. Pero esta vez si me llego.
En ese momento no sentí nada. Mi enamorada llego en ese momento y me abrazaba fuerte para no seguir, pero yo estaba con tragos y trataba de seguir, ella me suplicaba que no continuar y lloraba, pero ni eso me importo. No pensaba en nada más que en seguir. Me di cuenta que me caía sangre de la cabeza, entonces tome una venda que hacia andar en mi brazo y me la puse en la cabeza, para que no chorreara mas sangre, pues salía como caño.
Seguimos todos y le correteamos hasta la Av. Perú, y luego todos desaparecieron. Mas adelante, cuando ya regresaba, sentía que se mi Iván las fuerzas para caminar, pero no quería ir al hospital, porque nunca me ha gustado. Mi enamorada estaba cerca y me insistía para ir al hospital, al final acepte y le dije que si. Llegamos a mi barrio, y a las justas me senté junto a un poste, con la cabeza agachada, y pensaba en mi madre, que será de ella, y si me muero en este momento?, se me venían muchas ideas. La sangre seguía cayendo y se hizo un charco, donde podía ver mi rostro reflejado. Justo en ese momento unas señoras que me conocían, me dijeron hijo vamos al hospital, que ya no puedes mas. Si continuas sangrando te vas a morir. Y entonces me llevaron al hospital
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